Escribí este texto un día en que nos dieron la consigna de describir el personaje y su entorno. Como casi todo me salió autorreferencial, me cuesta mucho despegar de ese estilo, me siento cómoda ahí. Me salió retocarlo y publicarlo acá mientras escuchaba "Ain't no sunshine" en esta escena de "The Boys" que me pareció perfecta. Chiflen cualquier cosa 😉

https://youtu.be/ueUUth1iAKk  

Ain't no sunshine when she's gone

And this house just ain't no home

Anytime she goes away


NOVIEMBRE 2020 

DIA 3

Sigo dormida, a pesar de estar despierta.

No puedo jamás quedarme en la cama a remolonear. Nunca me salió.

Me siento en el medio de la bruma. La  verdad es que no estoy  durmiendo bien hace días y tomé una pastillita que me recomendó el vecino contra todas mis ideas de no tomar fármacos porque me dejan boluda. Me levanto como en  el aire, me pongo las zapatillas gastadas. Debería comprarme otras pero no me alcanza. 

Camino hacia el baño. Hago pis, me lavo la cara y las manos, miro en el  espejo mi  reflejo. “Debería hacerme tiempo para una rutina de limpieza de la piel", me digo y me río recordando que para bañarme ya tengo que organizar un plan enorme.

 

Salgo del baño haciendo silencio para no despertar a mis hijos, pero antes de llegar a la cocina retrocedo al dormitorio y busco mi cuaderno rojo. Ahí anoto todo: si tienen clase los nenes, si ya programé o hice el contenido del día, si tengo una  reunión por Zoom. Ando  todo el día con el cuaderno conmigo. Si salgo a comer con amigos o familia también lo llevo. Temo convertirme en una especie de señora de los cuadernos, algo así como la de los  gatos. También tengo gatos, por las dudas, como si hiciera falta  sumarme  alguna otra cosa. Mi cuaderno tiene tapa dura  y me salió casi 500 pesos. Lo único que no resigno son mis cuadernos. Resigné hasta los cigarrillos por el costo y fumo tabaco, resigné los libros y consigo PDFs. Pero no renuncio a comprar un  cuaderno cuando lo necesito. Siento que me ayuda a organizar el caos.


En la cocina ya pongo el agua en un hervidor pequeño, no tengo pava en casa porque se rompió y tampoco me hice mucho drama por reemplazarla. Dudo si hacer café, es más rápido y no requiere mi atención como el mate. 


Me miro las uñas con el esmalte saltado. Pienso que hoy voy a pintarlas de nuevo y no me importa si la pintura vuelve a salirse. Lavo a mano porque se me rompió el automático y eso me cagó la espalda del todo. Me acomodo el pantalón y me prendo un cigarrillo, que quilombo es armar los cigarrillos!


Me río mirándome las zapatillas desgastadas, pensando que mis amigas siempre me dicen que me  ponga  jeans,  botas. Yo sonrío solamente.  A veces prefiero hacer eso, sonreír solamente. No sé cómo explicarles que es más cómodo para mí una calza  y un par de zapatillas porque tengo dos criaturas a las cuales seguir casi todo el día y además  nunca me gustó arreglarme. Prioricé siempre la comodidad antes que arreglarme, y todos siempre me lo recuerdan. “Tu mamá  siempre  se arreglaba” me  dicen. Es verdad. Yo amaba  a mi mamá y verla siempre tan linda. Pero no soy ella. No heredé eso y no  me molesta, me molesta que todo el tiempo tenga que estar hablando de  mi aspecto en vez de  hablar de política, que de paso es más útil que enredarse en discusiones sobre calzones, polleras o pantalones. Me aburro fácil y si me hablas de esos temas finjo atención mientras pienso en papas y batatas.


Me hago un café instantáneo y miro  con pena las alacenas vacías. No sé que hacer para que me alcance la  plata. No fueron años fáciles para nosotros. Ahora me siento más encaminada pero esa preocupación la tengo todo el tiempo y me hace perder calidad de vida, siento que me distraigo en esas cosas y no veo lo demás. Y aparece la culpa. ¿Estaré dando lo suficiente, podría dar más de lo que doy?




Tomo un sorbo del café, en una taza de Iron Man que es de mi hijo mayor pero amo. Una taza de plástico, común, que siempre uso. Vuelvo a la realidad de mi cocina y miro sobre la mesa dos libros cuya lectura siempre aplazo porque, de nuevo, no llego a tiempo para leerlos y siempre me digo “mañana”. Siempre  mañana. 


Te acostumbrás fácil a postergar cosas. Somos animales de costumbres y si tenés que ir dejando de hacer lo que te gusta para hacer lo que debes, se te van acumulando las insatisfacciones y las palabras también. Siempre mañana, no siempre es hoy. Y no debería ser así. No deberíamos resignar nunca momentos para nosotros, pero lo hacemos, porque es lo que se nos requiere. Siempre dar más, siempre estar disponible, siempre estar ocupados y corriendo detrás de nada.


Pongo la radio y repaso: tengo que buscar material para trabajar, el niño mayor tiene clase a las 10, tenemos que hacer jugar con dados al menor, tenemos que hacer un circuito para la escuela, tenemos que buscar como hacer rendir mil pesos de mierda. Estoy cansada. Ya me  acordé porqué tuve que tomarme esa pastilla para dormir.



Comentarios

  1. Excelente reseña de los que somos cada dia compañera. Ya te dije soy fan de tubplima y de ru prosa. Exactamente a la medianoche es el momento en que puedo dedicerme a mi. Todos duermen y mi mujer, dormida me recuerda que no saqué el toallon del tender arriba del calefactor. Privilegios fe vivir en la tierra del gas natural. Vuelvo en otro comentario. Abrazos!!

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